¿Por qué es esencial desarrollar la resiliencia desde pequeños?
Resumen
La resiliencia, definida como la capacidad de adaptarse positivamente a pesar de la adversidad, es reconocida cada vez más como una habilidad fundamental en el desarrollo infantil. Anteriormente se pensaba que la resiliencia era un rasgo innato, presente o ausente desde el nacimiento; pero actualmente se entiende que la resiliencia es un proceso activo, moldeado por factores individuales, relacionales y ambientales (Masten & Barnes, 2018), y que puede ser reforzado o mermado a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia.
El 16º Informe FAROS, titulado Navegando las adversidades: claves para una infancia y adolescencia resilientes, pone el foco en comprender el papel de los factores que promueven la resiliencia en estas etapas de la vida, ya que ésta tiene implicaciones importantes en la salud emocional, el rendimiento académico, el funcionamiento social y los resultados evolutivos a largo plazo.
Cada vez hay más investigación que demuestra que fomentar la resiliencia en los niños puede mitigar los efectos negativos del estrés y promover una evolución positiva en múltiples ámbitos (Lacomba-Trejo et al., 2022). Es importante destacar que la resiliencia no es simplemente lo contrario a la reducción de síntomas de psicopatología; se ha demostrado que son características relacionadas, pero independientes en el funcionamiento psicológico.
La resiliencia y la salud mental
La resiliencia y la salud mental están claramente vinculadas, puesto que la resiliencia protege la salud mental.
Los estudios muestran que los niños con niveles más elevados de resiliencia tienen menor probabilidad de sufrir ansiedad, depresión y dificultades de comportamiento cuando afrontan la adversidad (Mesman et al., 2021). Por ejemplo, los niños resilientes regulan mejor sus emociones y ponen en práctica estrategias de afrontamiento adaptativas, como la resolución de problemas o la búsqueda de soporte social en momentos de estrés. Estas conductas contrastan con las estrategias desadaptativas, como la evitación o el cierre, que a menudo pueden agravar el malestar.
La resiliencia y el éxito académico
Más allá de los beneficios en salud mental, la resiliencia está también vinculada al éxito académico. La investigación indica que los niños resilientes tienden a mostrar persistencia, motivación y autorregulación ante los retos académicos (Mesman et al., 2021).
La psicología educativa ha destacado constantemente la importancia de la "mentalidad de crecimiento", la creencia de que las habilidades se pueden desarrollar y el rendimiento mejorar con el esfuerzo. La resiliencia es la base de esa mentalidad, ya que permite a los estudiantes reinterpretar el fracaso como una oportunidad de aprendizaje. Cabe destacar que estudios longitudinales han demostrado que la perseverancia y la resiliencia predicen el éxito académico más fuertemente que el coeficiente intelectual (Thorsen et al., 2021).
La resiliencia y el desarrollo social
La resiliencia también desempeña un papel central en el desarrollo social de los niños. Las relaciones con iguales son clave para el desarrollo de la competencia social, pero también son fuente de estrés, puesto que retos como el rechazo, el conflicto y el acoso generan malestar. Los niños resilientes suelen presentar habilidades interpersonales más sólidas, como la empatía, la resolución de conflictos y la capacidad de mantener relaciones positivas incluso después de situaciones negativas (Masten & Tellegen, 2012).
La resiliencia social no sólo previene consecuencias negativas a largo plazo derivadas de las dificultades con iguales, sino que también contribuye al desarrollo de amistades de apoyo, que a su vez refuerzan la resiliencia.
Las evidencias longitudinales de la pandemia de la COVID-19 lo ejemplifican: los adolescentes con mayores habilidades socioemocionales mostraban niveles más elevados de resiliencia y menos problemas de conducta, a pesar del aumento del estrés (Martinsone et al., 2022).
La resiliencia en el ámbito familiar
Los sistemas familiares representan otro ámbito en el que la resiliencia es clave. Muchos niños se enfrentan a estresores relacionados con transiciones familiares como el divorcio, dificultades económicas o enfermedad parental.
La investigación confirma que los niños resilientes mantienen un sentido de estabilidad y competencia incluso frente a estos desafíos, especialmente cuando cuentan con el apoyo de al menos un adulto atento y receptivo (Yoon et al, 2023).
Es importante destacar que la resiliencia no implica ausencia de dificultades, sino la capacidad de acceder a los recursos disponibles y mantener un funcionamiento adaptativo.
El impacto de la resiliencia se extiende más allá de la infancia e influye en el desarrollo a largo plazo.
- Los niños que demuestran resiliencia tienen mayor probabilidad de convertirse en adultos con mecanismos de afrontamiento sólidos, una autoestima positiva y capacidad de adaptación a los cambios vitales (Masten & Barnes, 2018).
- Por el contrario, la falta de resiliencia se asocia con mayor vulnerabilidad al estrés, peor salud mental y menos logros.
Es fundamental entender que la resiliencia no está estática, sino que puede ser cultivada con el tiempo. La investigación subraya la importancia de las relaciones de apoyo, las oportunidades para alcanzar competencia y los entornos que estimulan la autonomía y la resolución de problemas (Masten & Barnes, 2018).
Las intervenciones como los programas de aprendizaje socioemocional han demostrado ser efectivas para mejorar la resiliencia en niños (Clauss et al., 2022). También se están desarrollando intervenciones digitales prometedoras para promover la resiliencia, aunque es necesaria más investigación específica en niños (Schäfer et al., 2024). Estos resultados ponen de manifiesto que incluso pequeños cambios –como fomentar relaciones positivas o poner el énfasis en el esfuerzo más que en la capacidad innata– pueden influir significativamente en la capacidad de un niño para recuperarse de las adversidades.
Apoyar la resiliencia en la infancia y la adolescencia es una responsabilidad compartida. Las familias, escuelas, profesionales de la salud y las comunidades tienen un papel vital en la creación de entornos donde los niños se sientan seguros, valorados y empoderados. Al fomentar la resiliencia, no sólo ayudamos a los niños a afrontar las dificultades, sino que los equipamos para prosperar, aprender de la adversidad y alcanzar plenamente su potencial y objetivos.
El 16º Informe FAROS ofrece herramientas y reflexiones valiosas que ponen de manifiesto la importancia de la resiliencia y proporcionan formas prácticas de reforzarla en la vida cotidiana. Su aportación es especialmente relevante hoy, cuando niños y jóvenes se enfrentan a cambios sociales, emocionales y ambientales sin precedentes. Invertir en resiliencia es invertir en el bienestar de la próxima generación y en una sociedad más saludable y compasiva.
Este es un artículo original de la Escola de Salut de l'Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Para más información sobre la comunicación familiar, consultad el 16º Informe FAROS, titulado Navegando las adversidades: claves para una infancia y adolescencia resilientes.
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