Los antidepresivos, a diferencia de otros fármacos, no generan necesidad de tomar más dosis para tener el mismo efecto (tolerancia) ni necesidad de consumirlos una vez finalizado el tratamiento (dependencia).
Como todos los medicamentos, los antidepresivos pueden tener efectos adversos, que dependen del mecanismo de acción de cada fármaco y que suelen mejorar conforme avanza el tratamiento.
Cada persona responde y tolera de manera distinta los fármacos en general, y los antidepresivos en particular. Por ello, el tratamiento debe ser individualizado en función de la edad, la preferencia individual y los síntomas principales.