Los equipos de atención primaria pueden llevar a cabo diferentes acciones para evitar que esas conductas de riesgo evolucionen hasta un posible trastorno de la conducta alimentaria. De hecho, es muy recomendable que lo hagan si tienen la oportunidad. Os ofrecemos algunos ejemplos de acciones que se podrían llevar a cabo desde primaria:

• Seguimiento desde pediatría o medicina familiar para valorar la evolución de las conductas de riesgo, explorando no sólo la pérdida de peso y el hábito alimentario, sino también el estado de ánimo, la insatisfacción corporal y aspectos que se refieren a la familia.
• Valorar la posibilidad de llevar a cabo un grupo para trabajar la autoestima y la imagen corporal por parte de los referentes de bienestar emocional de la zona.
• Valorar la posibilidad de contactar con algún recurso de la comunidad (la propia escuela, un centro juvenil, un centro cívico, etc.) dirigido a la infancia, a los jóvenes o a las familias, para que lleven a cabo alguna actividad grupal para trabajar también la autoestima y la imagen corporal.
• Recomendar a la familia que contacte con alguna asociación de la zona especializada en trastornos de la conducta alimentaria, para que les puedan hacer seguimiento y orientar sobre qué hacer en función de la evolución del caso.