Depende de la persona y del tipo de trabajo. Por ejemplo, si la persona con TDAH tiene cursada una discapacidad y quiere optar a un trabajo donde el requisito es tenerla, pues tendrá que especificarlo.
El tratamiento se debería mantener hasta que los síntomas remitan, dependerá de la intensidad de los síntomas y del grado de afectación en su vida diaria.
Hay que valorar la necesidad o no del tratamiento, evaluar los posibles efectos secundarios. En ocasiones, vemos jóvenes que dejan el tratamiento porque se sienten «chafados», «sin chispa» o porque pierden el apetito o les afecta el sueño.