Se trata de una creencia muy popular que no es cierta. No hay ninguna investigación clínica que demuestre que los videojuegos promueven la violencia, aunque estos sean violentos.
Según indican algunos estudios clínicos, los antecedentes sociofamiliares de las personas con dependencia emocional podrían actuar como factores de vulnerabilidad, si han podido o pueden estar sufriendo maltrato emocional