¿Cómo podemos actuar cuando la persona afectada no quiere recibir ayuda?
Debemos tener mucha paciencia y ser muy comprensivos. Hay que entender que la persona que tiene un trastorno psicótico no se niega de una manera realmente voluntaria a recibir ayuda, sino que uno de los síntomas propios del trastorno es la falta de percepción de la enfermedad. Esto quiere decir que la persona no es consciente de lo que le pasa y, por lo tanto, no percibe la necesidad de recibir ayuda ni de recibir tratamiento.
Si la persona está en una situación en que pone en riesgo su vida, amenaza con hacerse daño o suicidarse, o puede poner en peligro la vida de alguna otra persona, se tiene que valorar la posibilidad de hacer un ingreso involuntario. Si el caso no es este, lo que podemos hacer es:
- Recordar que la persona está dominada por el trastorno y que tiene dificultades para ser consciente de su situación.
- Ser pacientes y entender que ayudar a la persona a tomar conciencia de lo que le pasa lleva un tiempo.
- Evitar presionarla, juzgarla o hacer comentarios que puedan hacer que se sienta culpable.
- Intentar conectar con la parte más emocional y animar a la persona a que comparta cómo se siente, qué le preocupa, sus miedos, sus angustias... Es a partir de aquí que podremos ayudarla a tomar conciencia.
- Recordarle que la decisión de recibir ayuda y recuperar el control de su vida es de él o de ella.
- Expresarle que siempre tendrá nuestro apoyo y afecto y que haremos equipo con él o con ella para superar el brote psicótico.
- Ser sinceros con nuestras emociones y sentimientos y expresárselo de una manera respetuosa y serena.
- Mostrar empatía para que sepa que puede hablar con nosotros de lo que le pasa y de cómo se siente.
- Ofrecerle apoyo y compañía y hacerle saber que no está solo ante este problema.
- Relacionarnos como lo acostumbramos a hacer habitualmente y proponerle actividades para hacer conjuntamente, a pesar de que habrá días que no querrá y preferirá quedarse en casa.
- No debemos quitarle importancia a los problemas que nos explica; y no tenemos que juzgar o criticar lo que nos dice o su conducta.
- Animarla a hablar con un adulto (familiar, profesor, profesional...) con quien sienta confianza, para explicarle lo que le está pasando. Si te sientes capaz, y tu amigo lo permite, puedes acompañarlo en el proceso.