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El aprendizaje y los trastornos del neurodesarrollo

Claves y propuestas para mejorar el rendimiento escolar
SOM Salud Mental 360

Redacción

SOM Salud Mental 360
Informe Faros
Fotografía: Escola de Salut Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.

Resumen

Los trastornos del neurodesarrollo, que incluyen condiciones como el autismo y el TDAH, afectan a un porcentaje significativo de niños y adolescentes y pueden influir negativamente en su desempeño escolar y autoestima. El 14º Informe FAROS, publicado por la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, examina la conexión entre estos trastornos y las dificultades de aprendizaje, ofreciendo estrategias para abordarlas desde un enfoque neurocientífico. Destinado a familias y profesionales de la educación, el informe describe los principales trastornos y tratamientos y proporciona pautas para apoyar a los afectados. Además, señala las tendencias actuales en investigación, como la búsqueda de biomarcadores para una detección e intervención tempranas que mejoren el neurodesarrollo.
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Los trastornos relacionados con la neurodiversidad (TND) tienen un alto impacto en el rendimiento escolar de los niños y adolescentes afectados. Se estima que estos trastornos, entre los que se encuentran el autismo, el TDAH, la discalculia, la dislexia o la discapacidad intelectual y el funcionamiento intelectual límite, entre otros, afectan entre el 5 y el 15% de la población en edad escolar.

La Encuesta de Población Activa (EPA) del 2021 revelaba que un 13,3% de jóvenes de 18 a 24 años no había completado la segunda etapa de la educación secundaria. Esta cifra, a pesar de ser la más baja desde que se tienen registros, es la segunda más alta de la Unión Europea, sólo superada por Rumanía con un 15,3%. 

Fracaso escolar

TDAH, bajo rendimiento y fracaso escolar

Hay diferentes factores que inciden en un deficiente rendimiento escolar e incluso el abandono. Aunque hay diferentes factores sociales y culturales que inciden en un deficiente rendimiento escolar o abandono, es destacable aquellos que están relacionados con las dificultades en el aprendizaje. Estos problemas tienen, además, un gran impacto en la autoestima del alumnado. Potenciar, pues, un buen rendimiento escolar es clave para el desarrollo emocional y las perspectivas de futuro de la persona.

En el 14º Informe FAROS El aprendizaje y los trastornos del neurodesarrollo. Claves para evitar el fracaso, recientemente publicado por la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, se aborda precisamente la relación entre los trastornos del neurodesarrollo, las dificultades de aprendizaje y las claves para acompañar a estos niños y adolescentes desde el entorno familiar y escolar.

El nuevo informe realiza una revisión sobre los trastornos del neurodesarrollo desde la mirada de las neurociencias, que son el conjunto de ciencias y disciplinas científicas y académicas que estudian el funcionamiento cerebral centrando su atención en la actividad del cerebro y su relación e impacto en el comportamiento. Según explican sus responsables «saber y comprender los procesos neuropsicológicos que actúan cuando se aprende supone identificar dificultades de aprendizaje y abordarlas mediante la aplicación de nuevas metodologías basadas en la detección e intervención».

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Cómo saber si mi hijo tiene un trastorno de aprendizaje

El informe está dirigido a las familias, a los docentes y otros profesionales de la educación. Se incluye una descripción de los principales trastornos del neurodesarrollo en la infancia y la adolescencia, así como los tratamientos actuales. También se incluyen numerosas pautas y recomendaciones para acompañar a los niños y niñas con alguno de estos trastornos.

Aunque el informe está centrado en la comprensión del proceso de aprendizaje y las diferentes adaptaciones recomendadas para cada trastorno, también se apunta las líneas principales de investigación que se están desarrollando en el campo de la neurociencia. Según el documento, la investigación actual está centrada en identificar nuevos biomarcadores que podrían ayudar a identificar TND de forma más precoz y facilitar, así, intervenciones también precoces que influyan de manera positiva en el neurodesarrollo del niño.