Diez pautas de prevención del abuso sexual infantil

Resumen
¿Puedo proteger a mi hijo o hija de un abuso sexual? Educar a los niños desde una edad muy temprana en educación afectivo sexual es una manera de prevenir conductas y situaciones no deseadas porque los niños adquieren un conocimiento que les permite reconocer comportamientos anómalos y de riesgo.
Aunque proteger a los niños es responsabilidad de toda la sociedad, la familia es el primer entorno en el que se debe hablar sobre este tema adecuando el mensaje al nivel del niño. Hablar con nuestros hijos e hijas les proporciona herramientas sobre la sexualidad biológica, los aspectos emocionales y relacionales y aspectos éticos que les ayuda a detectar situaciones de riesgo.
Lamentablemente, aún siguen vigentes muchas barreras que hace que las familias no lleven a cabo esta importante función. Las familias tienen un papel clave, pero lo más común es que no se desarrolle por falta de preparación, por tabú o vergüenza, por valores culturales o religiosos o por limitarlo a un enfoque puramente de prevención de situaciones no deseadas especialmente en la adolescencia (embarazos o enfermedades de transmisión sexual). Muchas familias esperan, además, que sean los centros educativos los que realicen esta función, cuando debería ser un rol complementario.
Entonces, ¿Cómo podemos hacerlo?
- Es importante darle naturalidad a la conversación y hacerlo de forma gradual, conforme el niño o niña vaya creciendo, adaptando los mensajes a su edad.
- Podéis recurrir a materiales específicos para trabajar la educación afectivo-sexual: cuentos, libros, vídeos, etc.
- Haced una escucha activa de las inquietudes que pueda tener tu hijo o hija, genera confianza y que sepan que siempre pueden preguntaros lo que quieran.
- No esperéis a que sean adolescentes para hablar sobre aspectos relacionados con la sexualidad y las relaciones afectivas.
- Hacedles comprender desde bien pequeños la diferencia entre secretos buenos (aquellos que provocan sentimientos y emociones positivas porque no hacen daño a nadie) y secretos malos (que provocan sentimientos y emociones negativas como la tristeza, la preocupación, el enfado porque hacen daño. Estos secretos son los que hay que contar a las personas adultas de confianza para que les ayuden).
La Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía lanzo una campaña contra el abuso sexual infantil bajo el título Secretos que duelen en la que proporcionan un útil decálogo de prevención con los siguientes puntos:
- Acompañar, cuidar y pasar tiempo con nuestros hijos e hijas para que nos vean como una figura adulta de confianza que les apoyará y protegerá en cualquier situación.
- Intentar conocer a los niños, niñas y personas adultas de todos los entornos de confianza que frecuentan nuestros hijos.
- Hablar abiertamente con ellos sobre sexualidad y violencia sexual, de forma gradual y desde temprana edad para que no sea un tema tabú en casa. Que entiendan que su cuerpo les pertenece, que nadie puede tocarles, acariciarles o besarles si no quieren.
- Explicar a nuestros hijos que el abuso puede ser cometido por personas conocidas o desconocidas.
- Enseñarles dónde están y cómo se llaman las partes íntimas de ambos sexos para que puedan expresar sus dudas o preocupaciones acerca de las mismas.
- Enseñarles que nadie debe tocar sus partes íntimas y nadie puede pedirles que se toquen si no quieren. En caso de haya una persona que deba tocarles para limpiarle o curarle, que entiendan que, si lo hacen en un modo que le hace sentir asco o vergüenza, debe decírselo a una persona adulta en la que confíe.
- Hablar del abuso siempre que surja la ocasión o cuando nos pregunten.
- Explicarles que nadie debe mirarles, grabarles o fotografiarles desnudos, semidesnudos o en posturas que les hagan sentir vergüenza y que pueden y deben decir NO.
- Asegurarles que les creeremos si nos cuentan un secreto que les hace sentir mal, incómodos o avergonzados, y que no habrá consecuencias negativas para ellos.
- Explicarles que deben compartir con una persona adulta de confianza los secretos y emociones que les hacen sentir mal.
En relación al uso de Internet, es importante transmitirle conocimiento preventivo situaciones con las que podrían encontrarse y que puede dar lugar a comportamientos de abuso como la Sextorsión, que consiste en un chantaje sexual en el que la persona abusadora extorsiona a la persona menor para que realiza que pide a cambio de no difundir imágenes obtenidas mediante engaño, o el Grooming, cuando una persona adulta se hace pasar por menor de edad utilizando perfiles en plataformas online (videojuegos, redes sociales, chats, etc.) para iniciar el contacto y una relación de confianza que le permita abusar del menor.
Esta misma guía de la Junta de Andalucía apunta algunos puntos clave a transmitir a nuestros hijos e hijas:
- Asegúrate de que tu hijo e hija mantiene en secreto su información personal.
- Hazle entender que no todo el mundo es quien dice ser.
- Anímale a utilizar un alias y a cambiar sus contraseñas a menudo.
- Enséñale a distinguir entre las amistades presenciales y aquellas que solo conocemos a través de las redes sociales u otras plataformas en línea.
- Adviértele del peligro de quedar con gente que ha conocido en internet, por la posibilidad de que no sean quien dicen ser.
- Explícale la importancia de bloquear a los perfiles en caso de recibir mensajes dañinos, no abrir enlaces adjuntos, especialmente de personas que no conoce.
- Si se le abre alguna página de contenido inapropiado, pídele que lo bloquee y os avise inmediatamente.
- Al igual que sucede en el espacio no virtual, explicarlo que, si le sucede algo en Internet que le hace sentir mal, debe contárselo a un adulto de confianza.
- Educar en el respeto y la reflexión ante mensajes o situaciones que dañan a otro compañero o compañera para que ejerza de agente de protección ante una situación de ciberbullying o de abuso.
Por último, y no menos importante, conviene reflexionar si es beneficioso para nuestros hijos e hijas que imágenes suyas permanezcan en Internet. Es lo que se conoce como Sharenting, la publicación en las redes sociales de imágenes de los hijos e hijas. Hay que tener en cuenta que muchas veces, de forma no intencionada, revelamos datos personales, de hábitos, de espacios y de vida de nuestros hijos que pueden ser utilizados para fines como la pornografía infantil, el ciberacoso, el ciberbullying o la cibersuplantación de identidad.
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