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Artículo

La relación entre la microbiota y el TDAH en la infancia y la adolescencia

La salud intestinal, una pieza clave para comprender y abordar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad
Maria Izquierdo, catedrática en Nutrición UB.

Dra. Maria Izquierdo Pulido

Doctora en farmacia. Dietista-nutricionista. Catedrática de Nutrición
Universitat de Barcelona
María Fernanda-Zerón, catedrática nutrición UB.

Dra. María Fernanda-Zerón

Doctora en nutrición y alimentación. Dietista-nutricionista. Profesora lectora
Universitat de Barcelona
Niños y niñas comiendo.

Resumen

La microbiota intestinal, compuesta principalmente por bacterias, no solo cumple funciones digestivas, sino que también afecta el cerebro y puede influir en trastornos del neurodesarrollo como el TDAH durante la infancia y la adolescencia. Las investigaciones sugieren diferencias en la microbiota de niños con TDAH, lo cual podría confirmar esta influencia a través de distintas vías de comunicación entre el intestino y el cerebro. Aunque la relación causal aún no está claramente establecida, el uso de probióticos y una dieta equilibrada, como la mediterránea, se investiga como posibles estrategias complementarias para mejorar los síntomas del TDAH.
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En los últimos años, la ciencia ha empezado a redescubrir el papel esencial que desempeñan los trillones de bacterias que habitan en nuestro intestino. Lo que antes se consideraba solo una cuestión de digestión, hoy se entiende como un sistema complejo con capacidad de influir en el cerebro, el estado de ánimo y, posiblemente, en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Pero ¿qué tiene que ver el intestino con un trastorno del neurodesarrollo como el TDAH? En este artículo explicamos qué dice la ciencia sobre el papel de la microbiota intestinal en el TDAH infantil, qué mecanismos podrían estar involucrados y si hay opciones terapéuticas basadas en la alimentación, como por ejemplo los probióticos.

La microbiota intestinal: mucho más que digestión

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos -principalmente bacterias- que habitan en nuestro sistema digestivo, especialmente en el colon. En una persona sana, estas bacterias conforman una comunidad diversa y equilibrada que participa en múltiples funciones: colaboran en la digestión de determinados alimentos, regulan el sistema inmunitario y sintetizan ciertas vitaminas y compuestos bioactivos que pueden influir en otros órganos, incluido el cerebro.

Durante la infancia, la microbiota intestinal se encuentra en pleno desarrollo y es especialmente sensible a factores como el tipo de parto, la lactancia, la alimentación o el uso de antibióticos. Cada vez hay más evidencia científica que sugiere que un desequilibrio en la microbiota, conocido como disbiosis, podría influir en el desarrollo neurológico y en el comportamiento infantil.

dieta mediterranea tdah

¿Influyen los hábitos alimentarios en los síntomas del TDAH?

El TDAH y su posible conexión con el intestino

El TDAH es un trastorno complejo del neurodesarrollo que afecta aproximadamente al 5% de la población infantil y adolescente. Su origen es multifactorial: la genética juega un papel importante, pero también influyen factores ambientales, como la alimentación, el sueño o la exposición a determinadas sustancias. En los últimos años, diversos estudios han explorado si la microbiota intestinal también podría ser otra pieza clave en este complejo rompecabezas.

Diversas investigaciones han observado que la microbiota de los niños con TDAH suele diferir de la de los niños sin el trastorno. En particular, se han detectado niveles más bajos de bacterias beneficiosas como el Faecalibacterium y una mayor presencia de otras especies que podrían estar vinculadas a procesos inflamatorios o a alteraciones en la producción de ciertos neurotransmisores. Aunque estas diferencias no son idénticas en todos los estudios, los resultados coinciden en señalar un patrón microbiano distinto en muchos niños con TDAH. 

Ahora bien, la gran pregunta es: ¿estas diferencias son una causa del TDAH, o  más bien una consecuencia del trastorno?

¿La microbiota causa el TDAH o solo está afectada por él?

En ciencia, distinguir entre causa y consecuencia no siempre es fácil. Las diferencias observadas en la microbiota podrían deberse a múltiples factores asociados al TDAH, como la dieta, el uso de medicamentos (por ejemplo, metilfenidato), el estrés o ciertos hábitos de vida.

Para investigar esta cuestión más a fondo, se han realizado estudios en modelos animales. En uno de ellos, se trasplantó la microbiota de niños con TDAH a ratones que no tenían bacterias propias en su intestino. Sorprendentemente, los ratones que recibieron esta microbiota desarrollaron cambios cerebrales y conductas distintas a los que recibieron microbiota de niños sin TDAH. Estos hallazgos sugieren que la microbiota podría influir directamente en el funcionamiento cerebral y en el comportamiento.

Cuidar de la salud intestinal mediante una buena la alimentación y, en algunos casos, con el apoyo de probióticos, podría ser una estrategia complementaria para mejorar el bienestar de los niños con TDAH.

Otros estudios realizados también en animales de experimentación han mostrado que modificar la microbiota intestinal de ratones con comportamientos similares al TDAH puede reducir sus síntomas. Además, algunos análisis genéticos en humanos han identificado ciertas bacterias cuya presencia parece estar asociada con mayor o menor riesgo de desarrollar TDAH, lo que reforzaría la hipótesis de una posible relación causal.

Aunque aún no podemos afirmar con total certeza que la microbiota cause el TDAH, la evidencia actual sugiere que podría desempeñar un papel relevante en su aparición o evolución.

¿Cómo puede el intestino influir en el cerebro?

La conexión entre el intestino y el cerebro se conoce como eje intestino-cerebro. Es una vía de comunicación bidireccional: el cerebro puede influir sobre el intestino (por ejemplo, el estrés puede alterar la digestión), pero también el intestino puede enviar señales que afecten al cerebro.

Existen varias rutas por las que esta interacción se produce:

  • Vía inmune: Cuando la microbiota está desequilibrada, puede aumentar la permeabilidad intestinal, permitiendo que ciertas sustancias pasen al torrente sanguíneo y activen el sistema inmunitario. Esto puede desencadenar una inflamación de bajo grado que también afecte al sistema nervioso central.
  • Vía nerviosa: Algunas bacterias intestinales pueden estimular el nervio vago, una especie de «autopista» que conecta directamente el intestino con el cerebro. A través de esta vía, se pueden enviar señales que modulan la actividad cerebral.
  • Vía metabólica: Ciertas bacterias, como Lactobacillus o Bifidobacterium,  producen compuestos como los ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo, el butirato o el propionato. Estos metabolitos tienen propiedades antiinflamatorias y pueden atravesar la barrera hematoencefálica, actuando directamente sobre el sistema nervioso central.
  • Vía de neurotransmisores: Algunas especies bacterianas colaboran en la producción de precursores de neurotransmisores clave como la dopamina y la serotonina, que están implicados en el TDAH. Un desequilibrio en la microbiota podría alterar esta delicada red de comunicación química.
Alimentación saludable

¿La alimentación influye en el estado de ánimo?

¿Y si modulamos la microbiota? Estrategias terapéuticas

Si la microbiota está implicada en el TDAH, ¿podemos intervenir sobre ella para mejorar los síntomas? Esta es una de las líneas de investigación más activas en la actualidad.

Probióticos 

Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, aportan beneficios para la salud. En el caso del TDAH, la investigación se ha centrado especialmente en cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium.

Algunos estudios han observado que ciertos probióticos pueden mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad o favorecer un mejor descanso en niños y adolescentes con TDAH. Sin embargo, cuando se analizan los síntomas centrales del trastorno- como la inatención, la hiperactividad o la impulsividad- los resultados son más discretos. Un metaanálisis reciente concluyó que los probióticos, por sí solos, no reducen de forma significativa estos síntomas, aunque podrían ofrecer beneficios adicionales, si se utilizan junto al tratamiento farmacológico habitual.

Ciertos probióticos pueden mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad o favorecer un mejor descanso en niños y adolescentes con TDAH, pero los resultados en los síntomas nucleares del trastorno son más discretos.

Un estudio particularmente interesante es el que administró probióticos a lactantes durante sus primeros seis meses de vida y observó que, a los 13 años, ninguno de ellos había desarrollado TDAH, mientras que sí lo había hecho un 17% del grupo que no recibió probióticos. Aunque se trata de un único estudio y sus resultados deben confirmarse, abre una línea de investigación prometedora sobre la prevención del TDAH desde etapas tempranas del desarrollo.

Prebióticos, simbióticos y fibra dietética

Los prebióticos son componentes presentes en algunos alimentos, generalmente fibra dietética, que sirven de alimento para las bacterias beneficiosas del intestino. Cuando se combinan con probióticos, forman los llamados simbióticos, cuyo objetivo es doble: repoblar el intestino con microorganismos saludables y, al mismo tiempo, proporcionarles el entorno nutritivo que necesitan para desarrollarse.

En un ensayo clínico realizado en niños con TDAH, la administración de un simbiótico no produjo mejoras significativas en los síntomas principales del trastorno. Sin embargo, sí se observó una reducción de la inflamación y un aumento de metabolitos intestinales beneficiosos, lo que sugiere que este tipo de intervenciones podría estar generando efectos positivos a nivel biológico, aunque estos tarden más en traducirse en cambios clínicos visibles.

En este sentido, seguir una dieta rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, que son fuentes naturales de fibra dietética,  puede ser una forma sencilla y eficaz de fomentar una microbiota intestinal saludable desde la infancia.

Dieta mediterránea y antiinflamatoria

Más allá de los suplementos, lo que comemos a diario tiene un impacto profundo en nuestra salud intestinal y cerebral. La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado azul, frutos secos y aceite de oliva virgen extra, se ha asociado con numerosos beneficios para la salud, incluido un menor riesgo de trastornos del neurodesarrollo.

Diversos estudios observacionales han encontrado que los niños con TDAH suelen seguir patrones alimentarios menos saludables, con mayor consumo de productos ultraprocesados, bebidas azucaradas y bollería, y menor ingesta de alimentos frescos y ricos en fibra. Por el contrario, los niños con mayor adherencia a la dieta mediterránea presentan menos síntomas de inatención e hiperactividad, así como menor riesgo de diagnóstico de TDAH.

La dieta mediterránea se ha asociado con numerosos beneficios para la salud, incluido un menor riesgo de trastornos del neurodesarrollo.

Aunque estos estudios no demuestran una relación causal directa, sí apuntan a que una alimentación equilibrada y antinflamatoria, como la mediterránea que además es rica en fibra dietética, podría actuar como un factor protector frente al desarrollo del trastorno, o bien ayudar a modular su evolución.

¿Qué podemos hacer en casa? Recomendaciones prácticas

Aunque no existe un tratamiento específico para el TDAH basado en la modulación de la microbiota, hay varias acciones cotidianas que pueden contribuir a cuidar la salud intestinal y favorecer un correcto desarrollo neurológico:

  • Fomentar una dieta rica en fibra, incluyendo a diario frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
  • Reducir o limitar el consumo de alimentos ultraprocesados, refrescos azucarados y golosinas.
  • Incorporar alimentos fermentados como yogur, kéfir o chucrut.
  • Evitar el uso innecesario de antibióticos, ya que alteran la microbiota intestinal.
  • Promover un estilo de vida saludable: descanso y sueño adecuados, ejercicio regular y gestión del estrés.

Y, por supuesto, recordar que el tratamiento del TDAH debe ser integral. Las intervenciones sobre la microbiota pueden ser un complemento útil, pero no sustituyen  a la medicación, la terapia psicológica ni el acompañamiento educativo cuando están indicadas.

TDAH en casa

¿Cómo podemos ayudar a un niño o niña con TDAH en casa?

Conclusión: una nueva pieza en el rompecabezas del TDAH

El intestino y el cerebro están mucho más conectados de lo que creíamos. La microbiota intestinal se perfila como un actor relevante en el desarrollo neurológico y podría estar implicada en trastornos como el TDAH. Aunque todavía no disponemos de pruebas concluyentes de que su modulación pueda cambiar el curso del trastorno, los hallazgos actuales son prometedores.

Cuidar de la salud intestinal mediante una buena la alimentación y, en algunos casos, con el apoyo de probióticos, podría ser una estrategia complementaria para mejorar el bienestar de los niños con TDAH. Seguiremos aprendiendo en los próximos años, pero mientras tanto, ya contamos con suficientes motivos para mirar al intestino con una nueva perspectiva.