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Promover la salud mental a través del ocio

Cómo crear espacios de ocio empáticos y respetuosos para la salud mental de niños y jóvenes
Aïda Fontova

Aïda Fontova Donaire

Psicóloga sanitaria especializada en salud mental colectiva
Cooperativa d’Iniciativa Social Quàlia
Ocio salud mental

Resumen

El ocio es beneficioso para la salud mental, ofreciendo oportunidades para mejorar el estado de ánimo y el bienestar. Los referentes de ocio pueden promover la salud mental de los jóvenes mediante la detección empática y acogedora de malestares, el acompañamiento respetuoso del ritmo individual y la validación de emociones. Asimismo, es vital implementar estrategias de prevención, como hablar de salud mental y crear protocolos, así como promover prácticas que fomenten la resiliencia y la cohesión grupal. Para colectivizar el cuidado de la salud mental, se deben crear espacios para compartir recursos y expresar malestares, y en cuanto al autocuidado de los referentes, es esencial promover la higiene mental y comprender los propios límites.
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El ocio, entendido como la realización de actividades en nuestro tiempo libre de obligaciones diarias, puede tener un impacto positivo en nuestra salud mental. Algunos de los beneficios en salud mental que podríamos detectar son la mejora del estado de ánimo y una mayor sensación de bienestar.

Así pues, si reivindicamos que el ocio puede ser una manera efectiva de cuidar nuestra salud mental, podemos decir que los referentes de ocio tenemos un papel esencial. Pero si soy una persona referente de ocio, ¿qué puedo hacer para promover la salud mental de los niños y jóvenes a los que acompaño?

Muy a menudo, la carencia de formación específica en salud mental hace sentirnos poco dotados de herramientas para acompañar a niños y jóvenes con problemáticas de salud mental. En este artículo te explicamos cómo se pueden crear espacios inclusivos, empáticos y respetuosos para la salud mental a través del ocio y con las oportunidades que nos da.

Detectar

Algunas de las acciones que buscan identificar los malestares para darles respuesta.

  • Acoger el malestar. Nuestra tarea no es diagnosticar sino percibir. No le pongas nombre: escucha, observa y acoge. Poner nombre y señalar la diferencia no suele ayudar a transitar momentos de malestar sino todo lo contrario, estigmatiza y condiciona el recibir apoyos.
  • Crear espacios donde hablar de los malestares. El ritmo de los espacios de ocio suele ser rápido y dinámico. No te olvides de establecer espacios de cuidado, más íntimos y de ritmo más pausado, dónde preguntarnos cómo estamos o cómo afrontamos la tarea…. Los malestares no se ven a simple vista; por tanto, si no promovemos estos espacios, a menudo nos pasarán desapercibidos. Para que estos espacios sean efectivos será necesario convivir en un clima de respeto y confianza que permita aprovecharlos al máximo. 
  • Conocer a la persona. Para poder identificar los malestares de los niños y jóvenes a los que acompañamos es necesario conocerlos profundamente, saber qué es habitual en ellos y qué no, ya que no todas las formas de hacer, sentir, pensar y actuar poco habituales son problemas de salud mental. Para hacer una detección de forma efectiva habrá que atender a los cambios de comportamiento, pensamiento y emocionalidad de cada uno en concreto respetando su forma de habitar en el mundo previa a éstos. En caso de duda, podemos preguntarle qué cree que ha cambiado y si él o ella lo ha detectado de la misma forma. 
  • Compartir momentos. Muy a menudo cuesta identificar si los niños o jóvenes están viviendo con malestar y si necesitan acompañamiento en este aspecto. Compartir miradas con otras personas del grupo de apoyo (familia, educadores, especialistas, amistades…) de la persona nos ayudará a detectar de forma más efectiva con qué situación está conviviendo. A veces cuesta creerlo, pero somos una parte importante de la vida de estos niños y jóvenes.

Algunos ejemplos de prácticas para detectar malestares son: crear espacios donde hablar de cómo está el grupo antes de iniciar las actividades, hacer un seguimiento individual de todos los niños y jóvenes y hablar de ello durante los encuentros de equipo y tener espacios de comunicación con los agentes de apoyo (reuniones de familias, con los centros educativos...).

Acompañar

Cuando hablamos de acompañar, hablamos de todas las acciones que tienen como objetivo acoger el malestar de los niños y jóvenes y velar por que reciban un apoyo adecuado a su malestar. Te dejamos algunos ejemplos:

  • Validar las sensaciones y emociones de la persona. Cuando se vive con malestar, se pueden vivir muchas emociones y todas son legítimas. Hay que mostrar que aceptamos y acogemos todas las emociones de la persona y que no juzgamos su manera de sentir la situación, que no cambiamos de tema ni ignoramos lo que explica.
  • Dar una respuesta adecuada. Saber que un niño, niña o joven convive con malestar suele sorprendernos y esto nos lleva a dar una respuesta exagerada. Hay que velar por dar un apoyo adecuado a este malestar, lejos del asistencialismo y el adultocentrismo que se dirige a dar una respuesta inmediata, generalizada y que no fomenta que los niños y jóvenes sean los protagonistas de su itinerario vital.
  • Garantizar un espacio íntimo. Cuando se acompaña en malestar pueden surgir muchas dudas, inquietudes, recuerdos y emociones. Garantiza que si la persona lo necesita, podamos ofrecer un espacio íntimo e individualizado donde acompañar de forma respetuosa.
  • Respetar el ritmo. Para acompañar de manera efectiva es necesario respetar los ritmos de la persona, que a menudo son muy diferentes a los nuestros. Acompaña a su ritmo, sin apresurar ni poner obstáculos.
  • Ofrecer tiempo y espacio. La persona que vive con malestar no necesitará el mismo apoyo en todas las ocasiones. Quizás necesitará un abrazo, compartir el silencio, una larga conversación o que le acompañes a conocer a un profesional.  A menudo, estar presente es suficiente. Mostramos nuestra disposición a compartir espacio y tiempo con ella si lo necesita y velamos por tener disponibles estos tiempos y espacios.
  • Preguntar. Si no sabes cómo acompañar o qué hacer para que la persona reciba el apoyo que necesita para transitar el malestar, ¡pregúntaselo! Solemos creer que la persona no nos puede decir qué necesita, pero ella es la que más se conoce, así que nadie mejor que ella nos podrá dar pistas de lo que necesita y lo que no.
  • Decir adiós al estigma. Creer que es necesario tener un conocimiento específico para estar al lado de una persona con malestar es un mito que proviene del estigma. Los estigmas son características normalmente negativas con las que se describen a las personas por el hecho de formar parte de un colectivo. Por ejemplo, un estigma que se pone es que las personas con un problema de salud mental son frágiles o peligrosas. Las personas que conviven con diagnóstico no son distintas a cualquier otra persona. Así que hay que acompañarles de la misma forma: desde la empatía y el respeto. ¡No dejes que los estigmas te paralicen!
  • Hablar antes de los momentos de crisis. Estamos acostumbrados a buscar respuesta y apoyos al malestar cuando éste está presente, pero una de las formas que nos ayudará a acompañar de forma efectiva al malestar es hablar antes de que éste esté presente. Preguntarnos, por ejemplo: «cuando estás triste, ¿qué te ayuda?»
  • Aceptar que nuestra tarea es importante. Habitualmente creemos que nuestra tarea como referentes del ocio no es lo suficientemente importante ni extensa en el tiempo como para producir cambios. Pero no es así: las grandes transformaciones surgen de acciones pequeñas.
  • Ofrecer apoyos externos. Si la persona valora que necesita apoyo externo, le acompañamos a encontrarlo.

Algunos ejemplos de prácticas para acompañar el malestar y que van en esta línea serían: realizar actividades para identificar estrategias que nos hacen sentir bienestar y que son útiles para transitar el malestar cuando éste aparezca, conocer qué son los estigmas y cómo romperlos y garantizar espacios físicos y temporales disponibles para acompañarnos si es necesario.

Prevenir

Algunas de las acciones dirigidas a reducir el riesgo de aparición del malestar pueden ser las siguientes:

  • Hablar de salud mental. Hablar de salud mental es esencial para prevenir malestares. Saber qué es, qué la influencia, cómo cambia y compartir herramientas de cuidado colectivo de la salud mental para prevenir su aparición.
  • Reducir factores de riesgo. Evitar o reducir los factores que hacen que haya mayor riesgo de convivir con malestar es muy importante. Algunos ejemplos serían reducir las situaciones adversas con las que vivimos, como el consumo de tóxicos, el abuso de pantallas, etc.
  • Tener una mirada interseccional.  Para prevenir efectivamente la aparición de malestares es importante saber que no todo el mundo tiene la misma predisposición y que ésta está muy influenciada por los ejes de opresión que nos atraviesan. Es decir, las mujeres, personas del colectivo LGTBIQ+, las personas migradas, los niños, jóvenes o personas de edad avanzada conviven con un riesgo diferente que otros colectivos.
  • Crear protocolos de prevención y abordaje. Tener protocolos para abordar y prevenir situaciones de riesgo como por ejemplo el abuso sexual, la violencia de género o el acoso, nos ayudarán a reducir el malestar percibido por la persona y, por tanto, el sufrimiento posterior.

Algunos ejemplos de acciones interesantes en esta línea serían: talleres sobre resolución de conflictos, políticas sobre tolerancia cero hacia el acoso y espacios de debate/reflexión sobre la salud mental.

Promover

Para promover la salud mental habrá que llevar a cabo acciones dirigidas a crear espacios empáticos y respetuosos que promuevan el bienestar de niños y jóvenes.

  • Facilitar factores de protección. Fomentar la cohesión, el sentimiento de pertenencia, la confianza, la comunicación efectiva, la autoestima… a través de actividades de ocio nos ayudará a crear espacios más saludables.
  • Hacer que los niños sean partícipes de los procesos. Velar por que todos los niños y jóvenes se sientan parte activa de los procesos de cuidado, entendiendo que todas las personas somos responsables del bienestar del grupo y, por tanto, todas tenemos algo que hacer.
  • Generar espacios inclusivos. Hay que velar por que en todos los espacios se respeta y acoja la diversidad física y mental. ¡Todas somos singulares y es algo que celebrar!
  • Potenciar los vínculos saludables. Fomentar los vínculos saludables promoverá la salud mental, ya que las personas sentirán que tienen una red de apoyo amplia y fuerte que les facilitará pedir ayuda si así lo necesitan.
  • Incorporar la perspectiva en salud mental en las actividades. El ocio es una herramienta muy útil para conseguir infinidad de objetivos. También podemos utilizarlo para hablar de salud mental y/o de algunos conceptos que la componen (emociones, estimulación cognitiva…). 

Algunos ejemplos que ayudan a promover la salud mental en espacios de ocio son: realizar una velada sobre las emociones, una gincana de estimulación cognitiva, un eje de animación sobre la importancia de acoger a la diversidad, etc.

Colectivizar malestares

En este apartado se incluirían todas las acciones que busquen transformar el cuidado de la salud mental en algo colectivo.

  • Crear espacios donde hablar de nuestros malestares. Es necesario crear espacios formales e informales donde preguntarnos cómo estamos y poder expresar nuestros malestares.
  • Facilitar el fortalecimiento de la red de soportes. Una de las tareas fundamentales es velar por que todos los niños y jóvenes cuenten con una red de soporte fuerte, disponible y segura.
  • Dar voz a los malestares de los niños y jóvenes. Hay que facilitar o ser altavoz de los malestares de los niños y jóvenes para poder asegurar y ampliar su respuesta. 
  • Tener todas mucho que hacer. Poner sobre la mesa la importancia de colectivizar los procesos de cuidado y acompañar para entender que todas somos corresponsables del bienestar de los demás y que, por tanto, tenemos siempre algo que hacer.
  • Compartir recursos. Puede ser muy útil crear espacios donde compartir recursos interesantes para trabajar algunos aspectos a través del ocio. A menudo creemos que tenemos pocos recursos pero cuando los empezamos a compartir se multiplican.

Algún ejemplo de actividades que permiten colectivizar los malestares son: espacios de co-creación de respuestas colectivas a los malestares, banco de recursos para trabajar las emociones, juegos para romper el hielo donde se pregunte «¿cómo estás?» y dinámicas para fortalecer la red de soportes.

Cuidarnos

Para cuidar de la salud mental de los demás hay que cuidar de la nuestra. Algunas acciones son: 

  • Promover la higiene mental. Establecer rutinas y dinámicas saludables que nos permitan descansar y desconectar de las tareas, así como cuidarnos mejor (descanso, alimentación saludable, desconexión digital...).
  • Impulsar espacios de cuidado. Promover espacios enfocados al cuidado de los referentes del ocio es una acción que nos puede permitir cuidar mejor la salud mental de los niños y jóvenes. 
  • Conocer nuestros límites y los de nuestra tarea. El tiempo, las herramientas y las competencias de las que disponemos con los niños y jóvenes no son suficientes para observar y escuchar todo lo que nos gustaría. Evita preocuparte; cualquier información que puedas extraer e intervención que puedas efectuar será valiosa. Así pues, también debemos ser conscientes de los límites de nuestra tarea, respetarlos y hacer pedagogía
  • Fomentar un ambiente saludable.  Facilitar que los espacios de referentes del ocio sean empáticos y respetuosos puede ayudarnos a intervenir de mejor manera con los niños y jóvenes.
  • Delegar si es necesario. Si en alguna situación, acompañando a una persona, sentimos que no podemos sostener la situación y nuestra labor de cuidado, pedimos ayuda y delegamos la responsabilidad de ésta a alguien que esté cognitiva, emocional y físicamente preparado para acogerla.
  • Generar recursos internos de apoyo al cuidado. Un ejemplo sería crear espacios de formación, asesoramiento, supervisión, etc., que nos permitan problematizar cómo estamos interviniendo y buscar alternativas más saludables y efectivas.

Un ejemplo sería realizar un encuentro de referentes donde llevar a cabo actividades y dinámicas que tengan como objetivo cuidarnos, establecer un límite horario de las reuniones para poder garantizar el descanso y tener un asesoramiento externo para casos complejos.

A través de estos 6 pasos podemos conseguir espacios de ocio saludables donde niños y jóvenes cuiden su salud mental de forma colectiva.