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Raúl López
Persona con TDAH

«Es agotador tener que contenerte continuamente por miedo a ser juzgado»

Raúl López

Raúl empezó a ser consciente de que tenía trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a los 35 años, y, tras «pasar de médico en médico», llegó el diagnóstico para confirmárselo. «Vives pensando que eres un desastre, que no te enteras de nada, que eres despistado, que lo pierdes todo... que simplemente eres así», nos explica. Es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFE), trabaja media jornada como animador sociocultural en una residencia de ancianos y la otra como entrenador personal en un gimnasio, y aún le queda tiempo para sus dos grandes aficiones: el voleibol, entrenando y ejerciendo de presidente en un club, y el rugby. ¡Casi nada! «El TDAH te pone impedimentos, pero está en manos de cada uno superarlos. Ahora bien, llevo 45 años luchando, fustigándome, y llega un momento en el que te cansas. Tener TDAH es agotador», confiesa sin perder la sonrisa.

Un día en la vida de Raúl es normalmente un sinfín de actividades, pero ahora le toca parar, pues se está recuperando de una rotura y operación en el pie. Cuando describe su situación actual, su cara se transforma y su tono de voz pierde energía: «Ahora no hago nada, no tengo orden ni rutinas, y esto me va muy mal, es una locura para mí. Intento engañarme a mí mismo, hacer tonterías, pasar el rato...Pero he pasado épocas muy malas, de golfear mucho, de engañarme a mí mismo diciendo que estoy bien, de mucho descontrol, de no hacer bien la rehabilitación del pie...».  

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El TDAH a lo largo de la vida

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La impulsividad, la inatención y la gestión de las emociones

Raúl nos cuenta cómo han impactado en su vida algunos de los síntomas más evidentes del TDAH, como son la inatención y la impulsividad, y lo hace con un relato que ejemplifica perfectamente las consecuencias de un acto que podría parecer un simple despiste. «Tú puedes perder la carpeta con los apuntes de la universidad, que ya de por sí son un desastre, pero encima en esta carpeta estaban los apuntes que te había dejado un compañero de clase. La gente puede pensar «va, tampoco es tan importante», pero no saben el estrés que produce pensar, con 18 años, que has perdido algo que no era tuyo y cómo se lo dirás a este compañero, y más, cuando ese mismo año has perdido tres móviles, llevas seis suspensos, más las discusiones con la familia, más doce borracheras, más un accidente en coche...».

Las personas con TDAH no sabemos gestionar las emociones, y eso sí que es un problema. Deberíamos hablar menos de hiperactividad y más de emociones.

Y sigue su relato, introduciendo la impulsividad y la gestión de las emociones en él: «Y si he perdido los apuntes y me siento fatal, quizás lo paga el panadero, que no tiene ninguna culpa, a quien no doy ni los buenos días; y cuando llego a casa, mi madre me ha preparado la comida y le hablo mal, y cojo el plato y me encierro en la habitación, haciendo el vacío a toda mi familia. Pero es que luego voy a entrenar y a hacer las 25 actividades que tengo que hacer, me gusten o no, porque, como soy hiperactivo, necesito gastar toda mi energía, y lo pagan mis compañeros de equipo y mi entrenador. Me pongo como rebeldón, «Ah, ¿que quieres que haga esto?, pues no me da la gana de hacerlo». Y todo el mundo me ataca, porque yo estoy rebotado, y cuanto más me atacan, más ataco yo. Y luego tengo un cargo de conciencia terrible porque la he liado todo el día y, encima, como tengo insomnio, no duermo pensando en que mañana le tengo que decir a mi compañero que he perdido sus apuntes, que es la causa de todo...Y así ha sido mi día maravilloso, porque todo se va acumulando en la vida de un TDAH».

Y en todo este proceso de malestar, la gestión de las emociones juega un papel importante. «Las personas con TDAH no sabemos gestionar las emociones, y eso sí que es un problema», remarca Raúl y reivindica «hablar menos de hiperactividad y más de emociones».

Las adicciones y las obsesiones

Las personas con TDAH pueden mostrar conductas desafiantes y rebeldes, pueden actuar sin pensar en las consecuencias y tienen más riesgo de presentar conductas adictivas, como el consumo de sustancias. Raúl explica sin tapujos su relación con las adicciones y con las conductas sexuales de riesgo, que le han provocado «más enfermedades de transmisión sexual de lo normal» y, aun sabiéndolo, «se me va de las manos».

«Yo he tenido problemas de adicción y es una lacra, pero está ahí», afirma. «Podemos caer en cualquier cosa: juegos de apuestas, drogas, deporte, sexo...Todo lo que nos aporte dopamina, vamos a por ello». Pero matiza que no solo se trata de «cosas malas», sino de cualquier cosa que le pueda interesar: «Como te gusten las matemáticas, puedes ser el mejor matemático del mundo, pero el problema es que se te puede olvidar ducharte, comer y hacer pis; puedes convertir lo que te gusta en una obsesión. Si te gusta el arte, puedes pasarte todos los días en el Prado doce horas, y si te gusta el atletismo, puedes reventarte las rodillas de tanto entrenar. Esto es el TDAH».

Familia, relaciones personales y trabajo

El Raúl niño y adolescente dio «mucha guerra», sobre todo comparado con sus hermanos, que siempre «eran muy buenos y sacaban muy buenas notas». Como sucede a menudo, y más cuando no se diagnostica hasta la adultez, el TDAH complicó su aprendizaje y tuvo que repetir ocho cursos para poder superar los estudios. «No he roto una farola en mi vida, pero esta situación en el colegio era un drama en mi casa», recuerda. Y también echa la vista atrás para rememorar las épocas rebeldes, que fueron complicadas para su familia, de quien asegura «no merezco, porque más de una vez me tendrían que haber dado una patada en el culo».  

Podemos engancharnos a cualquier cosa: juegos de apuestas, drogas, deporte, sexo...Pero no solo a cosas malas, sino que todo lo que te interesa o te gusta se puede convertir en una obsesión para ti.

Además de en los estudios y en la familia, el trastorno ha interferido e interfiere en otros ámbitos de su vida, como en las relaciones de pareja y con las amistades, y en el trabajo, que ha tenido muchos a lo largo de su vida, con esa necesidad de cambio constante que lo ha llevado también a vivir en varios países. «Soy un culo inquieto», se define riendo.

Fracaso escolar

TDAH, bajo rendimiento y fracaso escolar

Raúl ha ido superando todas las dificultades que ha supuesto tener TDAH en su vida, con esfuerzo, eso sí. «Las barreras te las pones tú, pero es cierto que tener este trastorno es agotador, es una lucha constante en la que te sueles castigar pensando en lo que podrías o deberías haber hecho». Y en este cansancio entra en juego el estigma: «Cuando tienes un trastorno te miden con un doble rasero. Tengo que ser doblemente bueno porque soy doblemente juzgado. Me siento doblemente observado en todas partes. Tengo que ser maleducado como el resto, pero no maleducado de más, en un mundo cínico e hipócrita que me exige que me contenga, que me retenga, por miedo a ser juzgado continuamente. Y esto es agotador».

 

Este testimonio es posible gracias a la Asociación Madrileña de Adultos con TDAH (AMATDAH) .

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 19 de Diciembre de 2023
Última modificación: 22 de Diciembre de 2023

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